jueves, 18 de septiembre de 2008

Cuando tu rostro era niebla (Mario de los Santos)

Voy a empezar a hablar de “mis lecturas” con este libro, que me ha proporcionado íntimas satisfacciones, placeres pequeñitos y personales, tanto que pueden parecer ridículos (o simplemente, gilipolleces).

La primera vez que lo leí me gustó. Y eso que no entendí el final.

La segunda vez lo disfruté. Y además, cuando llegué al final, lo comprendí sin ninguna dificultad, sin proponérmelo; de repente, lo había entendido. Fue algo parecido a lo que me pasa con los problemas de ajedrez: hay días en que me salen, a la primera, y otras veces por muchas vueltas que les dé, no veo ninguna solución. Debe ser cuestión de predisposición mental (de qué dependa, no lo sé).

Me agradó encontrar paisajes urbanos familiares; a puro de leer, una acaba por conocer casi mejor las calles de Barcelona o de París que las de su propia ciudad. La calle Moncasi, recuerdos de juergas juveniles, parece que sigue en activo. Y sobre el otro uso del aparcamiento de la Escuela de Ingenieros (perdón que me da la risa, jajajajajajaja), he de decir que lo descubrí apenas un par de meses antes de leer el libro; a mi amiga Raquel la llevó allí un “ciber-amigo” ¡lugar romántico donde los haya! jajajajajaja.

Me emocionó la historia de amor. Las circunstancias de los protagonistas, edad, familia, obligaciones, pensamientos, me resultaron muy cercanas; una historia verosímil. Es curioso que últimamente caen en mis manos libros de pasiones maduras; o quizá es que ahora sólo me fijo en éstas… por proximidad.

El “lado oscuro” de la trama lo conforman ciertas actividades que no pagan impuestos; y que por eso mismo -y por nada más- se sitúan al borde de la legalidad y rozando la delincuencia. Personalmente, desconozco el mundo del juego y de la prostitución; no frecuento esos ambientes ni a las personas que ejercen esas labores, que me parecen marginales y peligrosos. Y sin embargo, el libro no los presenta como algo lumpen, sino como personas normales, con sus amigos, sus costumbres, su cotidianidad. La literatura tiene el poder de hacer que estas situaciones no sólo no provoquen rechazo, sino que incluso se tornen atractivas para el lector, con su punto de romanticismo.

Es muy buena la frase “Si la pareja fuera el estado normal de la raza humana, yo no me habría hecho rico con un puticlub”; y lo más triste es que seguramente sea verdad.

Repasando mi cuaderno de anotaciones, me doy cuenta de que los párrafos que he copiado son todos sobre el mismo tema… Y el libro no es monográfico. Y yo no soy obsesiva (¿o sí?). Sería el momento en que lo leí…

“Los favores de una mujer hermosa pueden ser el remedio para todos los males de cualquier varón mayor de trece años. Aunque con más frecuencia fuesen los causantes.” Me encanta la primera parte.

“Dice la sabiduría popular que la cantidad de mujeres que te van a encontrar atractivo es directamente proporcional a la cantidad de sexo practicado. Incluso ciertas teorías científicas ratifican el asunto mediante la segregación de alguna sustancia que informa que el macho anda servido”. Y corroboro esta aseveración; he podido comprobar de primera mano que el macho más atractivo del grupo siempre será el que lleve anillo de casado.

“No existía una vida por construir; tan sólo quedaban por compartir las escasas fuerzas del cuerpo, un plato de sopa fría y los años desgastándose en las retinas. No tenían tiempo que perder en todos esos conceptos superfluos en que confían los jóvenes: fidelidad, confianza, sinceridad… Su amor bebía de otros manantiales, su amor era un beso de buenas noches.” Precioso, y totalmente real ¿de verdad puede reflexionarse sobre esto siendo tan joven como el autor?

Y ahora me acuerdo de algo que en su día no anote, pero que me emocionó (será cosa de la edad); era una escena en la que Teodoro hablaba de Marisa y decía algo así como que tenía un cuerpo sin terminar, el cuerpo inacabado de una mujer que no ha sido madre ¡cuánta ternura desprendía!

En junio fui a Barcelona a ver a un amigo, y decidí regalarle el libro. ¡No imaginé que iba a ser un trabajo digno de Hércules! Me gusta comprar los libros en librerías, no en centros comerciales; así que me dirigí a las tres ó cuatro más céntricas y renombradas, con nulos resultados. Terminé llevándome el último ejemplar que quedaba en El Corte Inglés… Sí, ya sé que la distribución no ha sido la mejor.

Cuando empecé este blog, lo hice para comprobar lo que ya sabía: que esto funciona a base de “colegueo”. Pero la entrada “Seducción” me deparó varias sorpresas…

  • Primera: alguien me había leído.
  • Segunda: alguien había dejado un comentario por voluntad propia, sin que yo hubiese hecho nada para ello.
  • Tercera: ese alguien era, ni más ni menos que un autor literario, un escritor de verdad (tengo que hablar un día de las personas notorias), que se dirigía a mí, una maruja cuarentona con el suficiente tiempo libre como para hacer esto.Nunca sospeché (la verdad es que ni siquiera me paré a pensarlo) que poniendo una cita, me fuese a escribir su autor.
  • Cuarta: me pedía permiso para poner un enlace desde su página a la mía, sólo por haber mencionado su libro... (A estas alturas, servidora ya estaba estupefacta y tenía las constantes vitales completamente alteradas: ojos como platos, pulso acelerado, boca seca... y todavía no habían acabado las sorpresas)
  • Quinta: el correo estaba enviado ¡el día de mi cumpleaños! Aunque lo abriese tarde, gracias, Mario, por el regalo.

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