jueves, 14 de agosto de 2008

SEDUCCION





“Durante siglos nos han convencido de que es bueno resultar atractivas a los hombres, por más que éstos no te resulten atractivos. Ser deseada es bueno en sí.”
(Cuando tu rostro era niebla, Mario de los Santos).

Compré este libro, por recomendación del librero, el día de San Jorge de 2008, y lo leí dos veces seguidas (como suelo hacer últimamente con los libros que me gustan: la primera vez para saber si son de mi agrado, y la segunda para deleitarme con ellos). Y me sorprendió esta frase, que ampliaba a la generalidad de las mujeres lo que creía que me pasaba a mí sola; a saber: que me gusta gustar.

Desde que tengo consciencia de ser mujer, además de persona, he procurado resultar atractiva a los hombres. No quiere decir eso que vaya especialmente arreglada, maquillada, peinada, y con el tacón puesto; nada más lejos de la realidad. Sencillamente, intento encontrarme a gusto conmigo, por dentro y por fuera. Esa sensación interior ilumina el exterior, y los demás lo notan.

Me gusta seducir. Hace mucho que lo sé (y que lo practico, por supuesto). Seducir en general, porque sí; y en particular, a los hombres que me resultan interesantes por cualquier motivo. Seducir de palabra y de obra, con la mirada, la sonrisa, el garbo al caminar, la intención al hablar… (y que nadie me imagine como una especie de vampiresa de cuerpo excitante y mirada cálida, porque no es el caso, jajajajajaja)

Gustar. Solamente eso. Sin ningún otro propósito que el de ser, aunque sólo sea por un momento, ese oscuro objeto de deseo. Gustar a ese compañero de trabajo que me cae tan bien, y gustar al hombre con el que me he cruzado esta mañana por la calle (al que no conozco de nada, y probablemente no volveré a ver nunca). Sentir que he dejado huella, aunque sea breve; que le he gustado y ha pensado en mí en ese instante. Sin ninguna otra intención.

Claro que no lo he asumido siempre así. Al principio era una actitud tan natural y espontánea, que llevaba a equivocaciones; los hombres confundían esta afición mía con sus deseos sexuales, lo que me ha valido más de una vez el calificativo de calientapollas (RAE: persona que excita sexualmente a un hombre sin intención de satisfacerlo). Cuando me dí cuenta de las consecuencias de mi comportamiento tuve que frenarlo, y más tarde, refinarlo; con los años, la seducción se hace menos evidente, más sutil, de forma que cuando sea conveniente, puedes negarla, porque no es manifiesta ni palpable, es todo como un juego de doble intención.

(Desde otro punto de vista, podría desarrollarse una teoría que sustentase la seducción femenina en la necesidad natural del apareamiento, y advirtiese cómo la sociedad -¿o la religión?- ha ido imponiendo limitaciones a la naturaleza mediante restricciones morales, pero ahora estoy hablando sólo de mí, no de teorías generales).

Siempre he creído ser un bicho raro por esta inclinación. Pero al leerla en un libro, y escrita por un hombre, he comprendido que debe ser algo bastante generalizado en las mujeres. Y no es que me encuentre más aliviada por ello, ya que el gusto por la seducción nunca me ha suscitado ningún remordimiento de tipo moral ¿debería haberlo sentido? no lo sé. Es cierto que de vez en cuando se escucha o se intuye que una mujer decente debe procurar gustar sólo a su marido, y punto; pues yo quiero gustar a todos, al menos a todos los que me resultan interesantes, ¿soy inmoral? ¿soy un putón virtual? no me importa, me interesan poco estas calificaciones.

Ah, y de la seducción por la escritura, la seducción en la red, también podría hablar, pero lo dejo para otro día.

2 comentarios:

Mario dijo...

Hola Descalza, soy Mario de los Santos. Un amigo me ha reenviado este post tuyo en el blog. Como autor, siempre se maravilloso que alguna frase, algún pasaje, de tus textos, tenga cierta repercusión en los lectores. ¿Te importa si te uno al blog del libro? ¿Te importa si copio esta entrada tuya en el blog del libro? Por supuesto, colocando bien visible la autoría y con un enlace al lugar de procedencia.
Muchas gracias por el entrada. Un saludo
Mario

descalza dijo...

Mario ¡vaya sorpresa me has dado! Por supuesto que puedes unirme al blog del libro, poner enlaces y lo que quieras (¿ya estás seguro de lo que haces?). Ahora no tengo mucho tiempo, pero a la vuelta de vacaciones te escribo más (no es una amenaza, es que me quedo con las ganas). Saludos. Descalza.