jueves, 21 de agosto de 2008

ME GUSTA




Hoy voy a decir cosas que me gustan:

- Me gustan las camisas y blusas blancas.

- Me gusta que me dé el viento en la cara (no el vendaval) y cerrar los ojos.

- Me gusta el chocolate.

- Me gusta reírme con mis hijos.

- Me gustan los retos mentales: sudokus, escribir, problemas de lógica...

- Me gusta el olor a verde (ciprés, boj, césped, hierba, monte)

- Me gusta el sol.

- Me gusta cocinar.

- Me gusta el frescor de las mañanas en verano.

- Me gustan los sonidos naturales: el agua del río, el mar, los animalillos, el viento.

- Me gustan los fuegos artificiales.

miércoles, 20 de agosto de 2008

LA PRIMERA VEZ DESPUES DE LOS CUARENTA




No, no, no, que nadie se llame a engaño. Esta entrada no tiene nada que ver con el sexo. Sólo quiero dejar constancia de que hay muchas cosas que he hecho por primera vez después de los cuarenta; no es una lista cerrada, así que la iré completando a medida que vaya haciendo cosas nuevas.
  • Me compro unos pantalones vaqueros Levis por primera vez a los 41. ¡Seré rancia!

  • Bajo un barranco por primera vez a los 40 (con arnés, casco y monitor, eso sí)

  • Dejo un libro a medias por primera vez a los 41. Ahora sé que somos muchos; hasta ahora era incapaz de no acabar de leer un libro, por muy plasta que fuese, pero alguien me dijo -y me convenció- que leer debe ser gratificante, nada de sufrir, así que "Crimen y Castigo" se quedó sin terminar.
  • Dejo de fumar después de casi 25 años ¡ahí es ná!
  • Termino la carrera.

jueves, 14 de agosto de 2008

SEDUCCION





“Durante siglos nos han convencido de que es bueno resultar atractivas a los hombres, por más que éstos no te resulten atractivos. Ser deseada es bueno en sí.”
(Cuando tu rostro era niebla, Mario de los Santos).

Compré este libro, por recomendación del librero, el día de San Jorge de 2008, y lo leí dos veces seguidas (como suelo hacer últimamente con los libros que me gustan: la primera vez para saber si son de mi agrado, y la segunda para deleitarme con ellos). Y me sorprendió esta frase, que ampliaba a la generalidad de las mujeres lo que creía que me pasaba a mí sola; a saber: que me gusta gustar.

Desde que tengo consciencia de ser mujer, además de persona, he procurado resultar atractiva a los hombres. No quiere decir eso que vaya especialmente arreglada, maquillada, peinada, y con el tacón puesto; nada más lejos de la realidad. Sencillamente, intento encontrarme a gusto conmigo, por dentro y por fuera. Esa sensación interior ilumina el exterior, y los demás lo notan.

Me gusta seducir. Hace mucho que lo sé (y que lo practico, por supuesto). Seducir en general, porque sí; y en particular, a los hombres que me resultan interesantes por cualquier motivo. Seducir de palabra y de obra, con la mirada, la sonrisa, el garbo al caminar, la intención al hablar… (y que nadie me imagine como una especie de vampiresa de cuerpo excitante y mirada cálida, porque no es el caso, jajajajajaja)

Gustar. Solamente eso. Sin ningún otro propósito que el de ser, aunque sólo sea por un momento, ese oscuro objeto de deseo. Gustar a ese compañero de trabajo que me cae tan bien, y gustar al hombre con el que me he cruzado esta mañana por la calle (al que no conozco de nada, y probablemente no volveré a ver nunca). Sentir que he dejado huella, aunque sea breve; que le he gustado y ha pensado en mí en ese instante. Sin ninguna otra intención.

Claro que no lo he asumido siempre así. Al principio era una actitud tan natural y espontánea, que llevaba a equivocaciones; los hombres confundían esta afición mía con sus deseos sexuales, lo que me ha valido más de una vez el calificativo de calientapollas (RAE: persona que excita sexualmente a un hombre sin intención de satisfacerlo). Cuando me dí cuenta de las consecuencias de mi comportamiento tuve que frenarlo, y más tarde, refinarlo; con los años, la seducción se hace menos evidente, más sutil, de forma que cuando sea conveniente, puedes negarla, porque no es manifiesta ni palpable, es todo como un juego de doble intención.

(Desde otro punto de vista, podría desarrollarse una teoría que sustentase la seducción femenina en la necesidad natural del apareamiento, y advirtiese cómo la sociedad -¿o la religión?- ha ido imponiendo limitaciones a la naturaleza mediante restricciones morales, pero ahora estoy hablando sólo de mí, no de teorías generales).

Siempre he creído ser un bicho raro por esta inclinación. Pero al leerla en un libro, y escrita por un hombre, he comprendido que debe ser algo bastante generalizado en las mujeres. Y no es que me encuentre más aliviada por ello, ya que el gusto por la seducción nunca me ha suscitado ningún remordimiento de tipo moral ¿debería haberlo sentido? no lo sé. Es cierto que de vez en cuando se escucha o se intuye que una mujer decente debe procurar gustar sólo a su marido, y punto; pues yo quiero gustar a todos, al menos a todos los que me resultan interesantes, ¿soy inmoral? ¿soy un putón virtual? no me importa, me interesan poco estas calificaciones.

Ah, y de la seducción por la escritura, la seducción en la red, también podría hablar, pero lo dejo para otro día.

miércoles, 13 de agosto de 2008

JUSTIFICACION II



Ya he dicho que nadie lee blogs ajenos si no es para que lean el suyo (principio de reciprocidad bloogera). Yo no leo blogs ajenos con regularidad (no me gusta la adulación gratuita ni el halago por interés). Conclusión: nadie va a leer mi blog. Entonces… ¿qué hago aquí escribiendo? Pues… ocupar parte de mi tiempo en una actividad que me haga pensar un rato. Esto es un desahogo personal, un ejercicio de contar, de expresarme, de mostrar “mi otro yo” (el que queda oculto para quienes me conocen en la vida real, pero de esto ya hablaré otro día); y finalmente es un estímulo, necesito explicarme, entrenar la mente, ejercitar las neuronas, como el que necesita hacer deporte todos los días.

De acuerdo, para eso no hace falta abrir un blog, puedo hacer esto mismo en un cuaderno, tipo “querido diario…”; de hecho, tengo mi cuaderno -tamaño cuartilla, que cabe en el bolso- en el que voy apuntando cosas, copiando frases del libro que estoy leyendo en cada momento, porque me gustan, me sugieren o me llaman la atención; también anoto palabras que no conozco o que creía que se escribían de otra forma, para buscarlas en la página de la RAE; ideas que me asaltan para después desarrollarlas aquí, alguna rima, en fin, “mis devaneos”. El cuadernito de marras no está escondido, pero tampoco lo dejo en cualquier sitio; si alguien tuviese interés lo podría leer, pero creo que no despierta tanta curiosidad, y además, no creo que lo entendiesen, seguramente parecerá absurdo. Me gusta escribir en papel, deslizar el bolígrafo, moverlo, intentar hacer buena letra… Sí, me gusta. Por eso copio, copio muchas cosas. Pero para desarrollar ideas me desenvuelvo mucho mejor con la tecla; disfruto pulsando, borrando, leyendo, repasando, cambiando una frase, una palabra, buscando un sinónimo, pongo una coma, no, mejor un punto y coma, vuelvo a cambiar el párrafo…

Sí, es cierto, tampoco eso justifica que abra un blog; puedo escribir en el ordenador y guardar el documento, sin necesidad de hacerlo público. Pero… me resulta tan excitante pensar que alguien pueda leerlo; por supuesto, alguien ajeno a mí, extraño, que no me conozca previamente (decididamente, tengo un punto de exhibicionista). Lo que en realidad me da morbo es pensar que, sin decirle a nadie que he abierto un blog, alguien va a entrar, y lo va a leer ¿qué pensará? ¿qué idea se formará de mí? ¿dejará un comentario o me mandará un correo electrónico? (esto debe ser vanidad ¿no? ya tengo tema para desarrollar otro rato)

martes, 12 de agosto de 2008

TEORIA DEL PANDILLISMO INTERNAUTA


Hace un par de años que empecé a conocer este mundo de los blogs, bien porque amigos o compañeros me decían que habían abierto uno, o bien porque llegaba a ellos a través de google en busca de alguna información. El resto, simplemente, no me interesan; prefiero jugar al ajedrez.

Lo primero que me llamó la atención fue la cantidad de gente que entra a leer lo que otros (no importa quiénes sean ¿o sí?) cuelgan en internet. Sobre todo, teniendo en cuenta que los blogs informativos no son siempre fiables, pues no hay responsabilidad para quien afirme falsedades; y que los blogs de opinión o de contenido personal (como este mío) no suelen ser interesantes (salvo para su autor). Sólo se me ocurría pensar que había personas que tenían mucho tiempo para poder dedicarse a bucear por aquí, y leer, y dejar por escrito sus impresiones.

Pero un poco más tarde descubrí lo que yo he llamado “el pandillismo internauta”, que se basa en dos principios fundamentales: “los amigos de mis amigos son mis amigos” y “yo te leo, tú me lees, él nos lee”. Lo voy a explicar en primera persona. Yo hago un blog, y si quiero que me lean (que para eso lo hago), primero debo promocionar mi producto (o sea, darme publicidad y autobombo). Para ello, busco otros blogs de contenido o intereses parecidos a los míos, y los visito; cortésmente escribo algún comentario diciendo lo bueno que es (la vanidad nos pierde a todos) y, de paso, como el que no quiere la cosa, dejo caer que yo también tengo mi propio blog, al que invito gustosa a todo el que quiera venir. Tanto los autores de los blogs que visito, como sus amigos (que le leen asiduamente) ven mi comentario y aunque sólo sea por curiosidad, probablemente la mayoría vienen a visitarme; como además las reglas de la educación dicen que hay que corresponder (es de bien nacido ser agradecido), muchos me dejan sus amables comentarios. Con todo esto, ya tengo lectores, visitantes, y comentaristas asegurados (aunque previamente haya tenido que pagar el impuesto revolucionario de mi halago, y deba seguir haciéndolo periódicamente). Y por último, hay que tener en cuenta que como cada uno añade enlaces a las páginas de los demás, ya tenemos la estructura reticular que sustenta la pandilla. Entrando a visitar uno de los blogs, podemos ir al de todos sus amigos.

Así pues, la mayoría de los blogs son leídos siempre por las mismas personas (las de la pandilla), y por razones de reciprocidad y educación (te leo porque me lees). Seguramente hay excepciones; posiblemente habrá quienes lean por auténtico interés personal e incluso quienes lean blogs y no tengan el suyo propio... No conozco ninguno de estos casos, pero, como las meigas, seguro que haberlas, haylas…

viernes, 8 de agosto de 2008

¿Es necesario en verdad lo de hacer publicidad?



Desde aquí les contaré

mi visión particular
de este mundo singular,
donde hay mucho parípé,
peloteo y "bien quedar".
Y se lo voy a explicar
aun a riesgo de acabar
con ojo a la virulé.


Resulta que lo que mola,
lo que gusta y lo que excita
es tener mucha visita,
y saber que no estas sola,
que lo que escribes se lee;
y aunque alguno te abuchee,
más de uno te felicita.
Porque no hay quien se resista
a que alimenten su ego;
y yo tampoco reniego,
pues me gusta, desde luego,
sentirme como una artista
o princesa diediochista
con su bufón palaciego.

Aunque queda una cuestión;
pues si quieres recibir
de visitas mogollón,
y quieres verles decir
que les gustas un montón,
y que tu blog es fetén,
lo primero has de existir
y caerles requetebién.
Por lo tanto, es necesario
que te des a conocer;
en cien blogs has de meter
las narices, solidario,
para que te puedan ver.

Escribes: "Me llamo Mario,
me parece extraordinario,
tu blog" (es un suponer).
Y a continuación vender,
cual soldado merecenario,
tu blog tan sensacional;
de este modo el personal
que se quiera entretener
te dejará un comentario
mostrando su parecer.

Por eso has de conocer
la norma fundamental
que rige el mundo virtual:
lo que quieras obtener
antes debes ofrecer.

O sea, que si yo quiero
que alguien me lea y me escriba
y me diga ¡ole! y ¡viva
tu gracia, arte y salero!,
he de visitar primero
su blog y dejar misiva
que pondere con esmero
su trabajo como escriba.

Propongo un experimento:
no voy a publicitar
(por lo menos, de momento)
mi blog, mi entretenimiento;
y no pienso visitar
otras páginas, lo siento.
Pero debo demostrar
si es verdad o si es que miento
con todo este pensamiento
absurdo e impopular.
Y así podré comprobar
que nadie entrará a mirar
el blog, ni a darme su aliento,
que se pierde mi talento
como una gota en el mar..



miércoles, 6 de agosto de 2008

JUSTIFICACION I



“Escribo para mí solo” “El hombre que escribe vive con la esperanza de que sus palabras serán leídas, y que la posteridad glorificará sus actos y su cordura” (Sinuhé el Egipcio, Mika Waltari)

Escribir nunca había sido lo mío, o eso creía yo, mujer de ciencias puras, ávida lectora, pero que jamás había sentido el impulso de escribir. Sin embargo, hace cosa de un año empecé a escribir cartas, una relación epistolar (cibernética, por supuesto), y descubrí que, si me lo proponía, podía hacerme entender, podía contar cosas con palabras. Mis amigas me decían ¡qué bien escribes, Mari, qué bien te explicas! Me cuesta mucho esfuerzo, desde luego, pero al releer, disfruto de lo escrito, me gusta, considero que ha merecido la pena.

Cuando la relación epistolar dejó de ser fluida, ya había adquirido la costumbre de escribir, así que seguí haciéndolo, pero para mí; cuando me apetecía ponía por escrito mis reflexiones, mis pensamientos, lo que me pasaba… Así tenía un rato de recogimiento personal, me dedicaba a pensar, y aclaraba mis ideas. Pero dejar todo ese trabajo dormido en el limbo de la carpeta “borradores” me parecía una pérdida de tiempo, y dejé de hacerlo.

Este verano me he encontrado con mucho tiempo libre, demasiado, y me han venido las ganas de escribir; escribir como ejercicio mental, como el que hace sudokus o crucigramas. Es una distracción agradable; me gusta y me entretiene, a pesar de que me cuesta trabajo hacerlo. Porque las palabras no me salen solas, sino que necesito pensar, en silencio, sin que me molesten, y con el auxilio imprescindible de la página web de la Real Academia de la Lengua.

La comunicación exige, además del emisor, un receptor del mensaje; y como no quiero comprometer a ninguna de mis amistades, he decidido abrir un blog, completamente anónimo, en el que expresar libremente mis devaneos.

Soy consciente de mis limitaciones. Ni sé escribir bonito, ni sé describir florido, ni tengo cosas interesantes que contar. Pero paso el tiempo entretenida, discurro y ejercito mis neuronas, y pienso en mis cosas, personales y privadas, reflexiono y las pongo por escrito (y si alguien las lee, mejor que mejor, pero sobre ese tema… hablaré otro día).