domingo, 19 de octubre de 2008

IMAGINACION





Tenía preparadas unas ideas sobre este tema, para algún día, y aprovechando el último comentario, hoy toca. Lo primero que voy a hacer es aclarar a Las Cosquillas del Lobo que no subestimo casi nada, y al miedo tampoco; es cierto que no lo comparto, pero sé que hay personas que lo sufren, como mi prima Pili. Por tanto, no lo considero algo estúpido, sino propio de personas cándidas, inocentes, confiadas, e imaginativas… y ahí voy, a la imaginación.

No tengo imaginación; nunca la he tenido, ni siquiera de pequeña. Y no creo que sea capaz de desarrollarla, es una condición que se tiene o no, y a mí no me tocó. La naturaleza es así de caprichosa en su reparto de cualidades; no dota a cada uno de un poco de todo, sino que las distribuye aleatoriamente: mucha imaginación, menos paciencia, abundante melena, memoria escasa, hombros bonitos, buena mano para la cocina, poca sensibilidad… y así con todo lo demás. Es más entretenido.

Supongo que el que tenga imaginación será capaz de desarrollarla conforme la ejercite, pero cuando no se tiene… no se tiene. Y eso ocurre desde la infancia; yo nunca he tenido imaginación. Cuando era pequeña, mi hermano jugaba con el Exin Castillos, y hacía construcciones fantásticas; yo a lo más que llegaba era a copiar -eso sí, primorosamente- los modelos de la caja. Y he tenido ocasión, al tratar con niños, de comprobar que sigue siendo así. Unos inventan juegos con cualquier cosa, plastilina, pinzas de la ropa, cajas, papeles… y otros son incapaces, porque carecen de esa facultad.

Nunca he sabido inventar. Si tenía que pintar un cuadro, lo copiaba; si tenía que hacer un dibujo, lo copiaba; si tenía que hacer una mantelería, copiaba la labor; si había que hacer una redacción en el colegio, mis temas siempre eran reales y tangibles, basados en algo que me hubiese pasado, y lo mismo me ocurre con este blog. Mis juegos consistían en copiar; hacía puzzles según el modelo, hacía experimentos con el QuimiCefa siguiendo rigurosamente las instrucciones, incluso cuando tocaba la guitarra, las canciones siempre eran de otros. Se me da bien el trabajo mecánico, la paciencia, probar una y otra vez, los sudokus, el ajedrez (sin florituras). Son actividades cuyas reglas son rígidas y están establecidas; sólo hay que aplicarlas. Ni siquiera mis rimas son creativas, eso sí, están perfectamente medidas y rimadas.

La imaginación, la fantasía, me resultan ajenas. Me gusta mucho leer, pero tampoco me atrae la literatura de ficción (salvo excepciones).

Ya decía Serrat que “no hay nada más bello que lo que nunca he tenido”. Como soy consciente de mi falta de imaginación, tiendo a sobreestimar a las personas fantasiosas; admiro a los que saben inventar historias, poemas, libros, películas, canciones… La creatividad me resulta tan inexplicable, que me deslumbra (esto lo dejo para otra entrada).

Por eso quizá mis miedos, si los tengo, deben ser bastante reales (aunque estoy pensando, y ahora no se me ocurre que tenga miedo a nada en especial… ah, sí, me da miedo la enfermedad en general, y el dolor en particular). Pero como apenas tengo imaginación, no soy capaz de fantasear muy a menudo ni con muchas cosas, así que me evito los malos tragos y, si Las Cosquillas del Lobo tiene razón, también me privo de buenos ratos.

2 comentarios:

Las Cosquillas del Lobo dijo...

No pretendí ofender. Lo siento. En cuanto a la imaginación... No sé si creerte. Si tú lo dices... La escritura dice otra cosa... No creo que imaginar sea simplemente crear historias...

descalza dijo...

(sonrisa)



(no es que sea enigmática, es que me parece mal no agradecer tus comentarios, pero no se me ocurre otra cosa que poner ¿ves? falta de imaginación... )