lunes, 6 de octubre de 2008

SENTIDO Y SENSIBILIDAD, Jane Austen (1811)


Decididamente, no todos tenemos los mismos gustos literarios. Yo pensaba que los libros buenos eran buenos para todo el mundo, pero he cambiado de opinión. A cada uno le gusta una cosa, lo mismo en cuestión de hombres, de música, de perfumes, ropa, arte, zapatos o libros. Podemos confiar en que lo que le ha gustado a alguien afín, puede también gustarnos, pero sin rotundidad.

Alguien a quien considero (o consideraba hasta entonces) modelo de lector, me recomendó este libro, porque le había entusiasmado. Y a pesar de leerlo con devoción, no me gustó nada de nada. Me pareció un pastel, melindroso y empalagoso.

Así que he decidido asumir y proclamar que si un libro no me gusta, no me gusta; sin complejos. Aunque sea una obra maestra de la literatura universal (ese es el juicio de los críticos y de los expertos en la materia, pero no tiene por qué ser dogma de fe ¡a estas alturas!).

Pese a todo, he rescatado de mi cuaderno tres citas que copié en su momento:

“Hay algo tan delicioso en los prejuicios de una cabecita joven, que uno se pone triste al ver que termina por pensar como los demás.”

“Cuando la romántica delicadeza de una cabeza juvenil tiene que desaparecer, a menudo da paso a opiniones más vulgares y peligrosas”.

Estas dos primeras frases me resultaron muy familiares. Me recordaron mi adolescencia (sin añoranza ni melancolía, sólo recuerdo de una época), a pesar de los 150 años transcurridos entre una y otra; la adolescencia actual tampoco es tan distinta.

Es el entusiasmo por el comienzo de algo nuevo (la vida adulta, claro); la ilusión de empezar, la misma con que se estrena un cuaderno, se acomete un nuevo trabajo, una nueva empresa, se empieza un curso, o cualquier otro reto. Esa frescura y ese descaro, esa irreflexión, esa vehemencia, ese romanticismo… son los mismos.

Y no puedo evitar sonreír cuando veo a los chicos y chicas de 14 ó 17 años, hablando apasionadamente de lo justo y lo injusto, luchando por sus utopías y sus ideales, defendiéndose de todo este mundo que está en su contra, exaltando la amistad con abrazos emocionados a sus amigos, llorando con ellos, escribiendo los APS (“amigos para siempre” por si alguien no lo sabe) con que decoran sus mochilas, estuches, notas, escritos, e-mails. Es una sonrisa de ternura, de comprensión, de apoyo a ese entusiasmo, y a esos sufrimientos y padecimientos (por cuestiones bien distintas a las que sufrirán cuando sean adultos, pero que les sirven de entrenamiento). Me resultan entrañables, porque sé qué es eso, y porque me veo a su edad, haciendo las mismas cosas.

Me emociona contemplarlos desde la distancia que da los años, y ver la pasión y la rebeldía; y me apena (un poco, lo justo) saber que se pasarán. Que verdaderamente nos volvemos -se volverán- más homogéneos, más vulgares; que los extremos juveniles se van confundiendo en una zona central; que la juvenil vehemencia se convierte en la serena madurez; y que los años nos descubren infinidad de matices de gris, donde antes sólo existía el blanco y el negro.

A ver si voy a parecer tan ñoña como la Austen. Que no me olvido de las malas caras, del mal genio, de las malas contestaciones, del botellón, el tabaco, “a mis amigos los elijo yo", "la familia es impuesta”; todo eso… en el mejor de los casos. Pero esas actitudes menos adorables también son apasionadas y vehementes; y es eso lo que me inspira ternura.


“Yo no veré más que cimas empinadas, donde otros las verían altivas, tierras quebradas y ásperas, donde otros animadamente variadas; sólo objetos perdiéndose en la lejanía, cuando para otros flotarían en una atmósfera de nebulosidad luminosa. Puede darse por satisfecha con la admiración que manifiesto con llaneza.”

Esta última cita no hace sino reafirmarme en mi incapacidad para la floritura. Yo también vería cimas empinadas y objetos lejanos, sin más adjetivos. (Y debería parecer contradictorio con mi verborrea textual; pero, aunque puedo escribir sobre cualquier cosa… no sé poner adjetivos bonitos, ni recurrir a sutiles metáforas.)




Postdata: Mmmmm... muy deprisa creo que he publicado esta entrada... No sé si me convencerá del todo.

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